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viernes, 12 de diciembre de 2014

Definición de “didáctica”. Agentes implicados en un proceso didáctico.

Es asombroso como una definición puede dar para tanto, escribir un artículo a partir de una frase a priori no es sencillo pero cuando es de educación da mucho de sí, ya que es nuestra asignatura pendiente.
Vivimos en un mundo donde todo cambia muy rápido, antes los libros eran de papel, ahora podemos leerlos a través de superficies electrónicas, la cocina tradicional se ha visto eclipsada por la vanguardista, hemos sustituido la mejor red social que teníamos, los bares, por hablar por el whatsapp… todo cambia menos la educación.
El aburrimiento continúa siendo la base de nuestro sistema obsoleto, que no busca el aprendizaje si no la certificación. La evaluación es un proceso bulímico, donde lo importante es tragar, vomitar y olvidar la información. Para conseguir que el aprendizaje suceda, tenemos que hacer reformas, cambios o lo que a algunos les gusta decir, una revolución educativa. Pero para ello, debemos tener clara la definición de didáctica y que agentes intervienen para ver dónde está el problema y corregirlo. 
Depende del autor que leas encontrarás una definición u otra sobre la didáctica, pero la más completa y utilizada es la que la define como la ciencia de la educación que estudia e interviene en el proceso de enseñanza-aprendizaje con el fin de conseguir la formación intelectual del educando. La didáctica tiene una doble finalidad, una parte teórica, que trata de adquirir y aumentar el conocimiento, y otra práctica que tiene como finalidad regular y digerir los conocimientos aprendidos, es aquí donde surge el proceso de enseñanza-aprendizaje. Para que esto se lleve a cabo, se necesita de cuatro agentes indispensables: los profesores, los alumnos, el contexto y los contenidos.
El actual sistema educativo español continúa basándose en principios y supuestos que han quedado en algunos casos bastante desactualizados. Los contenidos están diseñados para que los alumnos los memoricen, produciendo así enorme frustraciones y  la pérdida del interés y la curiosidad, los principales motores del aprendizaje. Aunque algunos profesores se van modernizando, en muchos colegios la tecnología usada no va más allá del aula y la pizarra, soluciones económicas de hace ya más de 200 años. El timbre, los horarios y la clasificación de los niños por edades responden al modelo de producción industrial que requiere entrenar para empleos repetitivos. Este sistema fue muy efectivo para sacar a las clases bajas del analfabetismo pero hoy no alcanza para cubrir los desafíos del siglo XXI. Ahora, la capacidad de imaginar, crear, investigar y trabajar en equipo es lo más importante, por lo que el objetivo de la educación debe ser el de ayudar a los alumnos a desarrollar todo su potencial para poder hacer frente a las adversidades de este mundo complejo y cambiante. Identificar y desarrollar sus talentos e intereses es una de las competencias que deben tener los profesores. Pero para eso son indispensables que las múltiples formas de enseñar sean flexibles y se adapten a cada niño. Donde el rol de los profesores cambiará, dejarán de lado las clases magistrales donde ellos eran los protagonistas y pasarán a ser guías, se encargarán de acompañar, estimular el interés y la curiosidad por el aprendizaje. También es necesario cambiar el tipo de evaluación, buscar una evaluación más continua donde se valore más el proceso de enseñanza-aprendizaje que la calificación obtenida, es decir la cualidad y no la cantidad.
El contexto social en el que vivimos está diseñado para una vida de consumo rápido, lleno de distracciones que no nos hagan pensar demasiado… Todo ello lo vemos también reflejado en las aulas, estamos acostumbrados a que la metodología utilizada sea la pasiva, donde los alumnos reciben los conocimientos, y ellos deben limitarse a memorizar.
La falta de consenso hace que tanto el contexto como los contenidos se vean modificados cada vez que hay un cambio de gobierno. Con los gobiernos conservadores vemos como los medios se ven reducidos, bajan las cuantías destinadas a becas, el dinero destinado a la educación pública… Y no sólo eso, los contenidos se ven fuertemente influenciados por el poder eclesiástico, reduciendo las horas de las asignaturas que potencian la creatividad y subvencionando a colegios donde se permite la segregación por sexos. Los gobiernos más progresistas han intentado reducir la fuerza de la iglesia en las escuelas y potenciar las asignaturas donde los alumnos piensan y reflexionan, que los eduque en valores y sean ellos los que creen su propia opinión, claro ejemplo de ello es la polémica Educación para la ciudadanía.
Una de las diferencias con otros países, que están en materia educativa a años luz de nosotros, es que ellos cuando detectan un fallo no cambian todo desde la raíz, hace una pequeña amputación y trasplantan lo que está mal. Pero aquí no nos paramos a ver que funciona y que no, directamente cambiamos todo el edificio, no dejamos que se asienten los cimientos para ver donde se crean las grietas y hacer pequeñas reformas y no derribar y volver a construir.
Creo que sabemos que cosas hay hacer, tenemos los medios para llevarlas a cabo, pero falta que nos creamos que somos capaces. Debemos de llegar a acuerdos porque como humanos tenemos la capacidad de dialogar y escuchar a todas las partes implicadas en la educación. Cambiar nuestra mentalidad es fundamental, dejar de basarnos en el pasado y en los métodos en los que fuimos educados y adaptar los métodos a las necesidades actuales. Es cierto, que nos sentimos más seguros sobre el terreno que conocemos, pero si desde la base, es decir, desde la educación cambiamos esta mentalidad, conseguiremos grandes éxitos y no sólo en la educación. Lo que hay que potenciar en los colegios, además de enseñar conocimientos, es utilizar métodos dónde se motive, esto no sólo hará que los alumnos disfruten en el proceso de enseñanza-aprendizaje, los animará a pensar y a ser críticos, sólo así se sentirán seguros ante cualquier situación y serán capaces de adaptarse a las nuevas necesidades que surjan.
Bibliografía
CONTRERAS, J. (1990): Enseñanza, currículum y profesorado. Madrid, Akal.
MALLART, J. (2000). Capítulo I Didáctica: concepto, objeto y finalidad. Didáctica general. Disponible en: http://www.xtec.cat/~tperulle/act0696/notesUned/tema1.pdf [Consulta: 2014, Diciembre 4]
MARQUÉS, P. (2001). Didáctica. Los procesos de enseñanza y aprendizaje. Motivación. Disponible en: http://www.redes-cepalcala.org/inspector/DOCUMENTOS%20Y%20LIBROS/TIC/PROCESOS%20DE%20EA.pdf [Consulta: 2014, Diciembre 4]

MENESES, G. (2007). El proceso de enseñanza-aprendizaje: El acto didáctico. Universitat Rovira i Virgili. Disponible en: http://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/8929/Elprocesodeensenanza.pdf?sequence=32 [Consulta: 2014, Diciembre 4]

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